Decía la antigua Oreja de Van Gogh en una de sus canciones,
concretamente en ‘Dicen que dicen’, que caer está permitido, levantarse es una
obligación. Frase que a buen seguro debió grabarse a fuego el tenista Tommy
Robredo. Y es que después de varios años de calvario con las lesiones, el
catalán volvió por sus fueros en un escenario inmejorable.
Ocurrió este viernes
tarde en la pista Suzanne Leglen de Roland Garros, cuando el español levantó
cuatro bolas de encuentro y una desventaja de dos sets a cero para clasificarse
para los octavos de final del laureado torneo.
Tras tres horas y 46 minutos de encuentro, el 2-6, 6-7(5), 6-2, 7-6(3) y
6-2 que lucía en el luminoso señaló entonces a Robredo que era el momento de
alzar los brazos.
Por cierto, al otro lado de la red no estaba un cualquiera.
Más bien todo lo contrario. Con el permiso de Jo-Wilfred Tsonga, Gael Monfils
(número 1 del mundo junior en su día y semifinalista del abierto francés en
2008) estaba llamado a ser ese héroe francés que levantara por primera vez la
Copa de los Mosqueteros desde que lo hiciera Yannick Noah en el ya lejano año
de 1983. Así, la empresa que tuvo el catalán ante sí no fue nada fácil. De hecho, el excéntrico jugador galo ya había mandado a casa en primera ronda
a Tomas Berdych , actual número seis del mundo.
Quizás por ello, Tommy no tardó en definir como el encuentro como “la
remontada más bonita de su carrera”, a lo que agregó “he hecho otras (en la
ronda anterior ante el holandés Sijsling mismamente), pero ganar a un francés en la Suzanne Lenglen, a cinco sets, contra
un rival que no baja los brazos, que corre mucho, que lo ha intentado hasta el
final, tiene más mérito”.
Hazaña que para nada asegura que este domingo venza a su
compatriota Nicolás Almagro en un duelo fratricida y se cuele entre los dieciséis
mejores mosqueteros de este Roland
Garros 2013. En cualquier caso, Tommy Robredo ya ha hecho historia tras ser el
primer español que remonta una desventaja de dos set a cero en contra de manera
consecutiva en un Grand Slam.